La
VII edición de la regata Puig Vela Clàssica Barcelona, que ha tenido lugar del
16 al 19 de Julio, se ha consolidado como uno de los principales eventos de la
navegación clásica a nivel internacional, tanto por la calidad de sus
participantes como por su exclusivo ambiente que, año tras año, gana seguidores
incondicionales entre los armadores y aficionados más expertos.
Cerca
de medio centenar de barcos clásicos y de época, procedentes de nuestro país y de
otros rincones del mundo (Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Italia etc.), han
navegado ofreciendo una grandiosa puesta en escena de pura tradición marinera,
que raramente puede disfrutarse en grandes ciudades como Barcelona.
Este
año el Real Club Náutico de Barcelona ha acogido este legado histórico difícil
de cuantificar: piezas únicas de más de 100 años, barcos más actuales, pero ajustados
a los cánones de pureza y tradición de los más artesanales astilleros y un selecto
colectivo de regatistas que, además de competir con la misma fiereza y
exigencia que los deportistas más dotados de otras categorías náuticas,
integran el estilo y la elegancia que sólo puede apreciarse en este espectáculo
único, teñido de tradición, competitividad y exigencia.
Durante
una semana, del 13 al 19 de Julio, Puig ha trasladado a Barcelona el espíritu
de uno de los campeonatos mundiales de vela con mayor solera, la regata de los
denominados 12 metros, Puig 12mR World Championship. Estos barcos de amplias esloras, rápidos y
con nutridas tripulaciones han jugado un papel muy significativo en el desarrollo
de la vela deportiva del siglo XX.
Ayer
Sábado 19 de Julio tuvo lugar la Entrega de Premios de acuerdo a la siguiente
clasificación general:
ÉPOCA MARCONI:
1. Peter 2.
Manitou 3. Sonata
ÉPOCA CANGREJA:
1. Marigold 2.
Kelpie 3. Malabar
ÉPOCA CLÁSICOS:
1. Samurai 2.
Emeraude 3. Argos
ÉPOCA BIG BOATS:
1. Moonbeam IV 2. Mariquita 3. Moonbeam lll
12mRWorld
Championchip clase Vintage:
1. Nyala 2.
Trivia 3. Vanity V
Ambas competiciones han puesto punto y final a una semana excepcional donde la costa barcelonesa ha congregado, por primera vez, a casi un centenar de joyas náuticas que han convertido la ciudad en un museo flotante de extraordinaria belleza.