Dar a conocer el legado
sefardí en España y descubrir un patrimonio arquitectónico, histórico,
medioambiental y cultural único, herencia de las Comunidades judías, es uno de
los principales objetivos de la oferta turística de la Red de Juderías de
España para este 2018 presentada ayer en la sala Martí L’Humà del Museo de
Historia de Barcelona.
Barcelona es la única
población de la Red en la que reside comunidad judía y su judería fue la más
importante de Cataluña, por lo que la capital catalana se ha mostrado
agradecida de ser el lugar elegido para acoger el evento.
En el Año Europeo del Patrimonio
Cultural, cuyo lema es "Nuestro patrimonio: donde el pasado se encuentra
con el futuro", la Red de Juderías propone emprender un viaje diferente
por España para experimentar nuevas sensaciones y sumergirse en la herencia del
pueblo judío, con el que se compartió un largo período de historia.
El legado sefardí aguarda
a los viajeros que quieran profundizar en una ruta que discurre por toda la
geografía española. En el noroeste, Ribadavia, Monforte de Lemos, León y Oviedo
son cuatro ciudades repletas de atractivos que constituyen un viaje hacia el
pasado donde las costumbres de la época, los monumentos, las fachadas, y los
sabores permanecen intactos en el presente.
En Navarra y La Rioja,
las juderías de Calahorra, Estella-Lizarra, Tudela y Tarazona combinan lugares
imprescindibles, como la casa de los conversos Casanate (Tarazona), con
degustaciones de recetas que han constituido el origen de muchos platos de la
cocina española, como el cocido, procedente del guisado sefardí cocinado bajo
las reglas del Kashrut.
En Barcelona gran parte
de la memoria sefardí está recogida en el museo MUHBA El Call, ubicado en un
edificio de origen medieval que se cree fue propiedad de un comerciante judío
de la Edad Media, y donde se exponen diferentes piezas de cerámica, vidrio, y
orfebrería.
La monumentalidad de las
juderías de Extremadura comenzando por las calles del barrio de San Antón en
Cáceres, para continuar con la visita al Palacio Carvajal Girón en Plasencia, y
acabar perdiéndose en el barrio medieval de Hervás, son una parada obligatoria
principalmente en primavera, cuando la naturaleza con su estallido de color se
convierte en un marco inigualable para disfrutar de una experiencia
inigualable.
En Andalucía la presencia
judía se remonta al siglo VII en Jaén, donde destaca la capilla de San Andrés.
En el siglo XI, Córdoba se convirtió en el lugar más importante para los judíos
en la península ibérica, hasta que las tropas de Fernando III el Santo
conquistaron la ciudad, y su judería conserva su trazado típico, mientras que
en Lucena a su rico patrimonio árabe y cristiano se suma el judío, con la
necrópolis, la más grande de Europa, como icono más importante.
En la zona central de la
península el yacimiento de la Sinagoga de Sofer, la Sinagoga de Santa María la
Blanca, la Sinagoga del Tránsito, y el Museo Casa del Greco, en Toledo, son una
parada imprescindible para admirar la belleza de la arquitectura sefardí. En
Segovia, su judería respetuosamente restaurada proporciona al viajero un
recorrido excepcional, con la iglesia del convento de Corpus Christi, que fue
la Sinagoga Mayor de la ciudad, el palacio de Abraham Senneor, donde está el
Centro Didáctico de la Judería, y el cementerio judío, excavado en El
Pinarillo, y desde el que se tienen las mejores vistas del perfil de la capital
segoviana. En Ávila la mejor manera de concluir una jornada admirando su
judería articulada en torno a las actuales calles de los Reyes Católicos y del
Pocillo es contemplar el atardecer desde el Jardín de Moshé de León.
La Red de Juderías anima
a los viajeros a conocer las 18 ciudades que integran la Asociación para
emprender un recorrido hacia los sentidos y deleitarse con la cultura y la gastronomía
judías a través del programa “Descubridores de Sefarad”. Esta iniciativa pone
especial atención en las personas cuyo interés es realizar un viaje único y
diferente que les permita reencontrarse con un legado que forma parte de su
historia.