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dimarts, 26 d’abril del 2016

HOTEL OHLA EIXAMPLE, UN NUEVO 5 ESTRELLAS


El nuevo hotel de cinco estrellas, Ohla Eixample, ha abierto sus puertas el pasado lunes 25 de Abril en la calle Còrsega 289 de Barcelona, cerca de la Rambla de Catalunya, del Passeig de Gràcia y de la Avinguda Diagonal. Con un total de 94 habitaciones, el hotel cuenta con el restaurante de alta gastronomía Xerta; tres salas polivalentes de convenciones y eventos; una terraza en un patio del Eixample y una azotea con vistas. Destaca, como característica de este hotel urbano, la piscina climatizada situada en la terraza del mismo. El nuevo hotel combina diseño vanguardista, máxima funcionalidad, nuevas tecnologías y un concepto creativo basado en la cerámica artística y la música clásica.

Sumamente respetuoso con su privilegiado entorno urbano, el Ohla Eixample se ha construido en un edificio de los años setenta del siglo pasado que fue diseñado y construido para albergar oficinas. Como bajo su subsuelo circulan el metro y los ferrocarriles, el arquitecto responsable, Daniel Isern, ha empleado una tecnología que es pionera en España, segunda en Europa y que evita los ruidos y las vibraciones. Esta obra civil ha consistido en cortar los antiguos pilares, colocar muelles amortiguadores sísmicos y elevar el edificio con gatos hidráulicos. De este modo, el hotel queda suspendido como si fuese flotante, lo cual garantiza la insonorización y la eliminación de las vibraciones.

Frente a la arquitectura desvinculada de cualquier tradición, o las grandes fachadas planas de vidrio heredadas de los años 70, el arquitecto plantea un volumen realizado en módulos verticales de distintas proporciones que desdibujan el número de plantas, quedando interrumpidas por 5 cajas de madera.

Para su realización se eligió un material que lleva acompañándonos desde siempre y en parte nos define como sociedad, la cerámica, y se utiliza su textura, luz y matices de color para crear un espacio confortable que resguarde al cliente del exterior.

Para su acabado se buscó una textura gravada de manera que permitiera producir infinidad de piezas todas con cierta similitud, como si hubieran sido grabadas por la misma mano y juntas dibujan un gran mural.

Con este fin, el arquitecto del proyecto junto al ceramista Toni Cumella y la inestimable ayuda del Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya han aplicado la robótica al proceso de fabricación de la cerámica. Su textura se ha conseguido mediante un algoritmo que transforma la música en dibujos que el robot graba sobre cada pieza mientras se fabrica. Cada pieza incorpora ocho segundos de los trazos de la banda sonora, que es la versión recompuesta por Max Richter de Las cuatro estaciones de Vivaldi. El resultado es que cada pieza es distinta y todas encajan como si se tratase de un gran puzle. Las 800 piezas de la fachada y las 320 de la entrada del Ohla Eixample traducen la música en formas de surcos, que se hacen más o menos profundos en función de su intensidad. Esta concepción artística es un homenaje y un reconocimiento de la cerámica local de Barcelona, que actualmente se exporta a diversas ciudades y edificios del mundo.


En cuanto al interiorismo, predomina una línea limpia con estilo estético basado en la sinceridad de materiales nobles y naturales como la madera, la piel, el hierro o el cemento. De este modo, las líneas vanguardistas se integran y combinan con las líneas y materiales del antiguo edificio original, lo cual da una mayor sensación de autenticidad y funcionalidad.